sábado, 21 de diciembre de 2013

DIEZ NEGRITOS (Agatha Christie)

Actualmente el doctor Armstrong era el médico de moda. No tenía un minuto para él. Todos sus días estaban ocupados. Así, en esta deliciosa mañana de agosto, se divertía dejando Londres para ir a pasar algunos días en una isla situada en la ribera del Devon.
No eran exactamente unas vacaciones. La carta que recibió estaba redactada en términos excesivamente vagos, pero nada de vago tenía el cheque que la acompañaba. ¡Unos honorarios fabulosos! Dedicidamente esos Owen nadaban en oro. El marido, al parecer, se atormentaba a causa de la salud de su esposa y quería saber a qué atenerse respecto a la naturaleza de la enfermedad sin que mistress Owen concibiese ninguna alarma. Ella rehusaba ser visitada por un médico... Sus nervios...
¡Los nervios! El médico levantó las cejas. ¡Las mujeres y sus nervios! Al fin y al cabo, desde el punto de vista comercial, él cometería una tontería si las compadeciera. La mitad de las mujeres que iban a consultarle no sufrían otra enfermedad que el aburrimiento..., ¡pero cómo decírselo! Se puede siempre achacar a cualquier otra cosa.
Un estado ligeramente anormal, debido a (aquí una larga palabra científica), nada de importancia, pero es preciso remediarlo. Un tratamiento de los más sencillos.




Christie, Agatha. (1939). Los diez negritos. Editorial Planeta, Barcelona, España. Pág. 16

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